martes, 4 de diciembre de 2018

Piloto automático


Tanta ropa en el armario, ¿para qué? Los vaqueros y esta camisa bastarán. Con ello ya estaba listo para disimular otro día más. La calle estaba siempre tan vacía para él... Casi podia ver el fantasma de sus propias huellas. 
“¡Soy tan feliz!”.
El gato no se movia nunca del camino, pero cuando él se acercó decidió de repente ser un producto de su imaginación. ¿Dónde està el mundo? Qué bien, otro día más en el trabajo. “Me gusta mi trabajo. ¿Me gusta mi vida? Supongo que sí “. Las horas pasan como un pestañeo, el tiempo no existe para el que no lo necesita. De repente todo es negro, todo ha desaparecido, el mundo es una burla cruel. Desde la cama el miedo no parece para tanto. Zombis con su rostro le tiran de los pies, tiran hacia abajo, no tiene fuerza suficiente, va a caer... El despertar es aburrido. El mundo sigue mirando como diciendo “¿y ahora qué?”. Puñetazos, patadas, gritos al aire, al mundo. Al vacío. Vivir con el piloto automático provoca sobrecalentamientos en el sistema nervioso. ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que todo se rompa otra vez?

jueves, 21 de junio de 2018

Nervios

Ten cuidado con quien no necesita dientes para morder. Quien te habla incluso cuando no está, y te dice cosas que nunca te atreverías a reconocer que has escuchado. Ten cuidado con quien tiene tanto poder en la imaginación, que podría destruirte tan solo cruzándose contigo. Sí, desde luego, esto nunca ha sucedido, el mundo seguirá girando y aquí nada habrá pasado, nunca, excepto cuando me quede solo en casa y me aprieten las paredes. Es insultante lo insustancial de la conversación, lo anecdótico y banal, como si me vienes disfrazado a la tienda de disfraces y por ello esperas no llamar la atención. Ten cuidado con quien te araña sin uñas, porque esos arañazos escuecen más. Ten cuidado con quien te separa de Cordura en momentos que nadie va a ver. Ten cuidado con quien no te ve, pero te sabe. Porque será imposible guardar secretos. Y sí, desde luego, esto nunca ha sucedido, el mundo seguirá girando y aquí nada habrá pasado, nunca, excepto cuando me quede solo en casa y me aprieten las paredes.

¿Tomamos un café?

lunes, 23 de abril de 2018

Mundos de grafito

De entre todos los mundos interesantes en los que podría haber aterrizado, y aquí sólo hay un cuaderno y un lápiz. Estoy sentado en una especie de escritorio, muy similar al que tengo en mi habitación. A mi alrededor, nada. Está bien, es de noche y tengo los ojos cerrados, pero no me parece que eso justifique un escenario tan soso. Me he acostado pensando en chicas guapas, paisajes espectaculares y coches a gran velocidad. ¿Y qué me encuentro? Un cuaderno que me observa, que me inquiere. Siento su expectación, su mirada recién nacida que llora al empezar a sospechar un mundo inabarcable. ¿Cómo es esto posible? Supongo que al fin y al cabo en este mundo existen ciertas leyes propias. ¡No iba a ser todo igual! Mi mente bulle, ya no es la misma que se fue a dormir pronto para disfrutar de un falso despertar. Las palabras fluyen por mis venas a una velocidad casi incómoda, no hay duda, quieren salir. ¿Acaso tengo alternativa? Mi mano derecha agarra el lápiz, como el caballero cogería la espada al darse cuenta de que no hay otra salida más que la lucha. Paradójicamente, cierro los ojos de nuevo. Y escribo. ¿El qué? No es tan fácil ser dueño de lo que uno escribe. Sólo escribo. Sin pensar, sin planear, sin poder parar. Y en el mundo vacío de mi alrededor aparecen colores, mujeres tan hermosas que harían perder el conocimiento, lugares que sólo parecerían posibles en un sueño y coches casi tan veloces como la mente del escritor en plena explosión. Creo que ya empiezo a entenderlo, soñando viajas a los lugares que escribes y escribiendo viajas a los lugares que sueñas. Tal vez no esté tan mal este lugar. Es una lástima no poder quedarme mucho tiempo, pues cuando mi escritor despierte yo seguiré viajando como un personaje más de sus novelas.

lunes, 12 de febrero de 2018

Torpedo

El torpedo tiene una fuerza explosiva capaz de detonar un edificio entero. Hoy, por esa onda expansiva que llevo ya tantos años notando  bajo mis pies. Que posee una constante e invariable fuerza sísmica capaz de mover los cimientos de la vida más lineal, de hacer caer para luego ayudar a levantarse con su propia inercia. Hay personas que son explosión y ausencias que son onda expansiva de la misma. Que resisten tus explosiones, esos desequilibrios tuyos que ya vienen prefabricados, esos ruidos ensordecedores de tu mente que sólo esas personas logran traducir.

Hoy, por ti.

Por inventar una risa impensable en momentos que sólo cabe la lágrima. Por regalarme tiempo, por regalarme esas cosas que uno sólo comparte consigo mismo mientras se plantea su grado de cordura. Por hacer de dos hogares uno sólo, por hacer de la distancia algo indiferente y por hacer que la compañía, en cualquier caso, sea diferente. Por dar la vuelta al mundo conmigo tan sólo caminando a la vuelta de la esquina, por crear fantasía allá donde uno quiera crearla y por ver lo que quieres ver. Por enseñarme cosas que ya creía saber y hacerme desaprender. Porque tu mano está lista para ayudarme si no logro cerrar las puertas por las que entra demasiado viento, esas en las que dice "cierre al salir". Porque creas vida donde ya la había, haciéndola más interesante si cabe. 
Por esa honestidad que tanto odio excepto en lo más profundo de mí. Por las reservas, por todo lo que no me cuentas pero no me cuesta adivinar. Por adivinarme y decirme lo que me pasa cuando todavía no lo sé. Porque quiero ser la mejor versión posible de mí mismo, entre otras cosas, para estar a la altura de personas como tú. El torpedo tiene una fuerza explosiva capaz de detonar un edificio entero. 

Para A.B. 

jueves, 1 de febrero de 2018

Cuatro manos

¿Cómo evito que me convenzas de que la tierra es un triángulo, el cielo es de agua y el mar de infinito? ¿Cómo darme cuenta de que dos y dos son cuatro si tú me dices otra cosa? ¿Cómo hacerlo cuando tu mirada me convence y tu dedo en mis labios me dice que no diga nada, que no hable sobre la realidad y que la deje siendo un gran secreto? ¿Cómo no te voy a creer cuando me dices que somos inmortales, que podemos volar más allá de lo conocido y que somos capaces de crear cualquier cosa que se nos antoje?


Y es que me gusta cuando tu cuerpo me convence de que tenemos cuatro manos, cuando tus ojos me hacen dudar sobre si el tiempo es inmóvil, cuando tu calor me hace olvidar dónde estoy. Me gusta cuando tus sábanas son nuestro escondite y tu casa un palacio invisible.




¿Cómo evito que me convenzas de un mundo que dicen que no existe, si en él haces que me sienta tan feliz?

viernes, 26 de enero de 2018

Lecturas anónimas

A veces conozco a personas que inspiran personajes. Unas veces, esa risa en grupo que por separado se acobardaría o esa pequeña y sutil humedad en el párpado de quien está bien, no le pasa nada e incluso ha tenido un día de lo más normal. Otras, el panadero que me da los buenos días pese a que no le compro nada desde hace semanas o esa persona que sencillamente cobra por sonreír. O los desconocidos. No importa si es en el transporte público, en la sala de espera o en lo alto de una montaña. Los desconocidos son un tesoro para la imaginación, páginas en blanco en las que se puede garabatear e inventar lo que uno quiera, pues jamás van a quejarse. Tú serás el tipo serio y misterioso, cuyos silencios dicen mucho más que sus palabras. Tú serás el loco asesino, encantador y siempre sonriente, desde luego. Tú serás esa chica que en realidad ha venido de Júpiter disfrazada de humana para planear la invasión. Y tú, tú que me estás mirando sin motivo alguno, serás el punto de partida de toda esta locura.

Las miradas cuentan historias, cuando se quieren escuchar.

Pero, ¿qué sucede contigo? ¿Por qué no logro escribir a un sólo personaje que se adecúe a tu forma de mirar? Tal vez sea una gran vanidad querer crear lo que ya existe. Tal vez estás buscando en mí lo mismo que yo en ti, creando esta paradoja ficcional, sin saber quién de los dos es más loco. ¿Será el mundo real tan bueno como el imaginado? A veces conozco a personas que inspiran personajes. Que componen historias. Y otras veces conozco a personas que me escriben a mí.

Hay miradas que merecen ser leídas de principio a fin.

miércoles, 17 de enero de 2018

Velocidad

Con el billete aún sobresaliendo del bolsillo trasero de su pantalón, Xescoli fue a sentarse al lugar más cercano con vistas al exterior. Todo listo como un concierto a punto de empezar, se acomodó y se despidió de la realidad por unas horas.
Y aquella vez, como siempre, ocurrió. El mundo empezó a moverse en sentido contrario a las agujas del reloj, difuminándose, antojándose sus formas más imperceptibles a cada metro. Un espectáculo que le hipnotizaba.


-Lo llaman velocidad- explicó alguien, con naturalidad.

Claro, ya entiendo, también debe de ser velocidad lo que le sucede al mundo cuando reímos y somos más felices, pensó Xescoli. Los demás pasajeros del tren pudieron haberse preguntado quién era aquel sonriente individuo que tan sólo miraba por la ventanilla y escribía. Una vez finalizado el intercambio de mundos, Xescoli guardó el cuaderno y bajó. Allí estaba, ambos habían estado esperándose. El resto del mundo dejó de ser importante y pudo distinguirla con claridad: era Velocidad.

sábado, 13 de enero de 2018

Con permiso de la pólvora

Con permiso de la pólvora, no existe en el mundo nada más explosivo que la mente humana. Energía contenida en una larga mecha esperando a ser prendida por algo, por alguien, por el ahora. Tremenda luz cegadora para casi todos, ¿dónde habré dejado mis gafas de sol? La  explosión no se atenúa, no desaparece, no se puede esconder por demasiado tiempo.  O me niego a que sea así. Allá revienten los prejuicios, allá exploten los miedos, allá vuelen en mil pedazos los mañana. Que, hoy, tan sólo me sentaré y disfrutaré como si de fuegos artificiales se tratase. Pasadme las gafas de sol y quedaos en vuestras casas, no vaya a ser que os alcance la onda expansiva. Energía puesta en libertad, explosiones alcanzando su plenitud de belleza. Con permiso de la pólvora, no existe ni existirá en el mundo nada más explosivo que la mente humana.