martes, 20 de septiembre de 2016

Me voy al trabajo

¿Diga? Sí, soy yo, sí. El trabajo. Sí, en efecto, ese lugar al que muchos tipos de cara triste dicen ir. ¿Y quién es usted? Oh, vaya. Y yo quejándome…  En fin, así son las cosas. Yo tampoco tengo demasiado claro lo que soy, más bien soy un concepto, sólo sé que me pintan negativo y… ¿cómo? ah, sí, sí, yo también lo pienso. Y menos mal que has llamado, supongo que solo puedo hablar contigo. Los tipos tristes que veo a diario salen de casa diciendo “me voy al trabajo (ya hace tiempo que entendí que se refieren a mi), sí, sí, hasta luego cariño”. Pero luego no hablan, no se expresan, son como autómatas que hacen lo que se les ha mandado para “lograr” lo que ellos llaman “llegar a fin de mes”. Como si alguien pensase alguna vez en cómo va a llegar a “final de vida”. ¿Cómo dices? Sí, claro, claro. Los que hablan de mí no. Está claro, la gente que va a hacer aquello que le gusta siempre nombra su actividad, jamás oí a un escritor decir que va a trabajar justo antes de empezar su novela. De la misma forma en que el futbolista va a jugar y no a trabajar. Sí, claro, vaya trabajo aguantarles a diario. Vale, te avisaré. De acuerdo. ¿En serio? Vaya, bueno oye que te voy dejando ya, que luego hay que trabajar mucho para pagar tanta factura telefónica.