sábado, 2 de julio de 2016

El hombre partido por la mitad

Érase un hombre partido por la mitad. Hay cierta lógica e incluso normalidad en sus actos si,  claro está, obviamos que este hombre está partido por la mitad. Va a trabajar con su media sonrisa y vuelve con un sueldo que le dura medio mes. Tiene media casa compartida con otros hombres que, si los sumamos todos darían cuatro o cuatro y medio, tal vez.  Su novia le engaña pero eso no le importa al hombre partido por la mitad: comprende que el mundo está lleno de hombres enteros y que él sólo puede dar amor a medias, sexo a medias y que de hecho ni siquiera puede mirarla por completo (lo hace con un solo ojo, a veces). El hombre partido por la mitad es feliz. El hombre partido por la mitad es conformista. De hecho, fue él mismo quien un día se cortó su mitad, al darse cuenta de que no la usaba.  Mientras va por la calle saluda hipócritamente a un tercio de hombre y se contenta sabiendo que hay gente aún peor.