domingo, 11 de abril de 2021

La tragedia del escritor

Una de las tragedias del escritor es que las miradas no pueden escribirse. Algunas generan montañas de libros invisibles, de esos que jamás me cansaría de releer. Las manos son plumas y los cuerpos son historias; tú eres el presente atronador. Tu quietud sabe transgredir esos esperanzados movimientos que son mera batalla de nostalgia. 

Aún así, me miras. Me miras y me sabes. Y sé que me sabes. Me lees más de lo que nunca pueda llegar a escribir. Eres elixir, energía y ese "volver a empezar" que escribo con la mano temblorosa. Eres el reloj aparentemente estropeado, la luz en el momento que más te guste del día y el punto de libro que comparte mil vidas conmigo. Hay momentos en que los ojos son suficientes para pelear, pero no bastan para despertar. Una de las tragedias del escritor es no poder escribir historias que duren para siempre.

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